Abuso sexual de madre a hijo



Aunque son m谩s los casos de incesto que involucran al padre, no quiere decir que este no se d茅 de madre a hijo. Un joven de 18 a帽os hoy cuenta su historia. “¿Qu茅 te digo? Eso no es tema f谩cil de tratar. Pero s铆, yo tal vez sea de los pocos que han vivido esa amarga experiencia”, relata el muchacho al tiempo que manosea un rosario que deja claro su devoci贸n religiosa.

Como contribuci贸n a esta serie, Lavinia Fern谩ndez, especialista de la conducta, y columnista de esta secci贸n, relata el caso de un padre y hermano de su hijo que lleg贸 a su consultorio en busca de ayuda para lidiar con este trauma dejado por la relaci贸n que tuvo con su madre, tambi茅n abuela del ni帽o.


Muy fuerte. Pero hay que continuar contando la historia. Esta es la del joven de 18 a帽os. “Dios m铆o ay煤dame a contar esta historia. Tal vez as铆 la supero”, exclama mientras se prepara para dar los detalles de aquellos a帽os en que fue v铆ctima de incesto por parte de su madre. “¿Usted no va a decir mi nombre, cierto? “Claro que no”, fue la respuesta. “Pues sigamos. Yo ten铆a seis a帽os. Recuerdo como ahora esa primera vez, porque sabe, esas cosas no se olvidan nunca. Ella y mi pap谩 se hab铆an dejado y qued贸 como loca, digo yo..”, no termina la frase porque lo traiciona un nudo en la garganta que al parecer se hab铆a multiplicado entre quienes le acompa帽aban. Todos con ganas de llorar.

“Disculpen. Les repito: esto no es f谩cil. Yo dorm铆a con ella, y esa noche siento que me est谩 besando todo mi cuerpo, pero no como una madre lo hace con su 煤nico hijo. Soy un ni帽o, pero no estaba acostumbrado a eso”, de nuevo toca esperar. Las l谩grimas boicoteaban su deseo de compartir su historia como lo han hecho a trav茅s de esta serie otras v铆ctimas de incesto. Se para de la silla, camina hacia un lavadero que queda en el patio de la casa, y se echa agua en la cara como si de esa forma quisiera lavar el da帽o que le caus贸 su progenitora. Regresa ya m谩s calmado. “Perdonen. Les estoy quitando mucho tiempo. Nunca hab铆a hablado de esto p煤blicamente. El caso es que cuando le digo: ‘Mami no me beses as铆’, ella me contest贸: ‘Y qu茅 es mi ni帽o, es que yo te quiero mucho’. No era as铆, te lo juro que no era ese amor. Dios, ella me bes贸 mi pene, t煤 est谩s oyendo bien, mi pene. No puedo con esto”, rompe en llanto por un largo tiempo.

Fue una entrevista dif铆cil. No hab铆a forma de no sentirse parte de ese hecho atroz. M谩s rojos no pod铆an estar sus ojos. Su voz se quebraba y se pod铆a advertir una evidente verg眉enza por ser una de las pocas personas, como 茅l lo dice, que no recuerda a su madre como ese ser sublime que todos aman, sino como el monstruo que le quit贸 su inocencia.

“LA PERDON脡, PERO NO OLVIDO QUE FUI ABUSADO”
Fue do帽a Lavinia Fern谩ndez, una columnista de esta secci贸n La Vida, la que alert贸 sobre el incesto de madre a hijo. El caso sali贸 a relucir porque lo que se ha escrito en esta serie le ha pegado fuerte a quienes han le铆do estas historias. Sin embargo, escuchar a alguien decir que ha sido v铆ctima de abuso sexual por parte de su propia madre, rompe todos los l铆mites.

Si no lo cree, lea esto: “Yo era muy ni帽o. Ten铆a seis a帽os... Y ella me dec铆a que eso era normal. Me acariciaba, y yo inocente le preguntaba que por qu茅 ella hac铆a esos ruidos, que hoy s茅 que son er贸ticos. No me respond铆a y segu铆a haci茅ndome cosas indecorosas”, revela hoy un muchacho de 18 a帽os que se ha refugiado en la iglesia para poder sobrevivir a esta tragedia emocional y f铆sica que le caus贸 la persona considerada como el ser m谩s sublime que hay sobre la Tierra: la madre.  

Haciendo preguntas y por qu茅 no, descubriendo de mala forma su sexualidad, el ni帽o crec铆a y segu铆a siendo v铆ctima de su madre. “Cada vez que mi pap谩 iba a verme, no me deja solo con 茅l. Tampoco me pod铆a ir cuando iba a buscarme. No olvido que ella siempre me repet铆a: ‘Lo que pasa entre t煤 y yo es amor y nadie debe saberlo’. Eso me horrorizaba, pero imag铆nate, ¿qu茅 yo pod铆a hacer?”, se pregunta muy triste.

Cada vez avanzaba m谩s esta relaci贸n de incesto que causa tanta repulsi贸n como tristeza. Lo asegura con sus mejillas mojadas, sus manos sudorosas y un movimiento en sus piernas que delataba que un dolor profundo se adue帽a de su paz. No ha sido suficiente el acercarse a la iglesia para ir tras la cura espiritual. “S茅 que tengo que esperar que el tiempo pase, y con la ayuda de Dios, salir adelante”.

Ya con 10 a帽os, cuatro de ellos siendo v铆ctima de incesto, el ni帽o llev贸 una mala nota a su casa. “¿Y qu茅 fue, te quemaste?”, le pregunt贸, seg煤n narra el joven que ayuda a otros muchachos a seguir el camino de Dios. “Le respond铆: ‘¿Y c贸mo no me voy a quemar? T煤 no me dejaste estudiar, t煤 sabes por qu茅’. No s茅 c贸mo usted va a asimilar esto porque es fuerte”, hace un profundo silencio y contin煤a: “Yo duraba hasta una hora haci茅ndole sexo oral a ella”, da un pu帽etazo en una mesita que hab铆a cerca, y dice: “Ya dejemos esto hasta aqu铆”.

Ya ni quien escribe quer铆a seguir escuchando la historia. Fue necesario abandonar por un momento el escenario para recuperar fuerzas. Un profesor de canto religioso que 茅l tiene en la iglesia a la que asiste, que por lo visto conoce el caso, lo convence de que termine de relatarla, alegando que eso lo ayudar铆a a curar sus heridas. “Con esto vas a ayudar a otros muchachos que tal vez est茅n atravesando por algo similar”, le aconsej贸.

Un s铆 que emiti贸 con la cabeza, le inform贸 al equipo de LIST脥N DIARIO, que ten铆a que aguantar, y seguir escuchando lo que ya le estaba haciendo da帽o. El deber llama. Unos 11 minutos m谩s tarde, el joven retoma la historia. “Despu茅s de ese d铆a, me sent铆 con fuerza, y me revel茅. No le dije que se lo dir铆a a mi pap谩, pero se dio cuenta de que ya yo estaba harto. Se acerc贸 a besarme con esa pasi贸n que yo aborrec铆a. Le quit茅 la cara, y la empuj茅. Ella es de baja estatura y ya yo estaba como de su tama帽o. Me acost茅 y cerr茅 la puerta con seguro. La abri贸 y me amenaz贸. Call茅”, cuenta dejando claro que para ese momento estaba actuando como deb铆a.

Cuando lleg贸 el s谩bado que mi pap谩 fue a buscarme, como cosa de Dios le dijo: ‘Hoy me llevo el ni帽o’, que t煤 solo quiere andar con ese muchacho pegado. Ya se est谩 haciendo un hombrecito. Me lo llevo’. Eso le dijo 茅l”; respira profundo. “Bueno, el caso es que yo me le pegu茅 a mi pap谩, y me fui para volver el domingo. Se lo cont茅 esa misma noche. 脡l no me pod铆a creer. Me hizo tantas preguntas脰 De verdad que no lo cre铆a. Quer铆a ir a buscarla, pero yo le dije que no porque ella iba a empatar conmigo”, cuenta mientras se pasa la mano por su abundante cabellera.

Como era de esperarse, el domingo su padre madrug贸 y lo despert贸 para que le acompa帽ara. “Cuando llegamos, ella viv铆a en Los Mina y mi pap谩 en Los Guaricanos, en casas alquiladas ambos, ella se hab铆a mudado. Les preguntamos a los vecinos, y un se帽or con el que ella se juntaba a beber, nos inform贸 que se mud贸 porque le pidieron la casa”, no se quedaron de brazos cruzados. Siguieron busc谩ndola. “Me sent铆a y me siento mal, porque soy un n煤mero en una lista que tiene pocos nombres”, hace silencio.

+ Una criatura nacida de la relaci贸n madre-hijo
INCESTO INUSUAL
"Aquel d铆a recib铆 una llamada de admisiones para anunciarme la llegada al Programa Residencial de la Agencia de Rehabilitaci贸n de Adictos. Era parte de mi trabajo dar la bienvenida, orientar sobre las reglas y regulaciones, las diferentes fases del programa con sus privilegios y responsabilidades, la jerga y el funcionamiento de la comunidad terape煤tica, entre otras cosas. Esa primera entrevista era crucial para establecer empat铆a entre el cliente y la directora del programa.

Algunas preguntas sobre sus expectativas y las nuestras eran compartidas antes de asignarles su consejero primario, enfatizando que el primer paso para iniciar una recuperaci贸n es hablar con la verdad.

'¿Son ustedes hermanos?' pregunt茅… y un notorio titubeo para responder hablaba de vergu¨enza y culpa. 'Si no est谩n listos para compartir algo, yo los entiendo', les dije. 'Yo soy su padre y su hermano', dijo el mayor.

Hab铆a aprendido que el psic贸logo no debe asombrarse de las vivencias compartidas por los clientes por crudas que sean, por lo que ante esa revelaci贸n, no tuve m谩s que respirar profundo, morderme los labios y decir con fingida calma, 'cu茅ntame c贸mo es eso'. Con la cabeza baja y los ojos dirigidos al suelo me cont贸 que fue violado muchas veces por su madre, una adicta, quien tambi茅n lo drogaba, y que resultado de esa relaci贸n entre ambos naci贸 ese hermanohijo, que a la vez era hijo y nieto de su mam谩. Ese d铆a llegu茅 a mi casa rog谩ndole a Dios me ayudara a procesar y perdonar lo imperdonable".

Esta historia la comparte con los lectores de LIST脥N DIARIO, Lavinia Fern谩ndez, columnista de esta secci贸n, a quien como especialista de la conducta le toc贸 ayudar a esta familia a sobrellevar la carga emocional dejada por la ocurrencia de un incesto de madre a hijo. Lo peor: dej贸 un fruto que hoy tambi茅n sufre la vida que le ha tocado vivir.

EL PARADERO DE LA MADRE
En la b煤squeda de la madre de quien para entonces, era un ni帽o de 10 a帽os abusado sexualmente por ella, el padre llam贸 a algunos familiares y todos le dec铆an que no sab铆an de ella.

“Una amiga de ella nos cont贸 que un hermano le hizo los papeles porque ella le dijo que mi pap谩 la quer铆a matar para que se juntaran”.

Contin煤a: “Realmente su familia supo lo que ella me hizo porque mi abuela paterna se lo dijo a mi otra abuela.

Ellos dec铆an que eso era mentira, que era mi pap谩 para hacerle da帽o.

Despu茅s el se帽or que beb铆a con ella se lo confirm贸 cuando fueron a preguntarle”.

Este se帽or se dio cuenta de que ella abusaba del ni帽o como dos meses antes de descubrirse todo. “La puerta qued贸 abierta una tarde que ella se estaba aprovechando de m铆, y 茅l entr贸, y le dijo: ‘¿Pero qu茅 est谩 pasando aqu铆?’. Ella asustada, le repet铆a: ‘Ay no diga nada compadre, no diga nada’.

No s茅 de qu茅 eran compadre, ser谩 de la bebida”, comenta ya m谩s relajado.

Despu茅s de eso, ya no se juntaban. 脡l no la denunci贸 porque le ten铆a pena. El caso es que de eso hace ya ocho a帽os, solo sabemos que est谩 en una isla”. Mientras, el joven hoy asegura: “Yo la perdon茅, pero no puedo olvidar que fui abusado”.

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